Los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren -Fin-. No sé a vosotros, pero a mí se me quedó grabado a fuego esto del ciclo de la vida.

Lo cito porque cuando pienso en las relaciones de pareja, en sus modelos y sus ciclos vitales siempre me viene esta frase a la cabeza. Supongo que es por esta sensación de que existe un solo camino posible, con una dirección clara y un destino inevitable.

 

Un camino único

Resulta que lxs humanxs, en medio de este ciclo vital, -concretamente entre el «crecen y se reproducen»- conocemos a otro ser humano y ¡chas! nos enamoramos.

Y aquí aparece el supuesto y fijo ciclo vital de la pareja: nos conocemos, nos enamoramos, nos emparejamos, nos vamos a vivir juntxs, nos casamos, nos reproducimos, nos somos supuestamente (dado los altos índices de infidelidad) fieles y nos acompañamos, amamos y/o aguantamos hasta que uno de los dos se va al otro barrio. -Fin-

La cultura regula nuestra vida a todos los niveles, afectando a nuestras elecciones y a la gestación de nuestras expectativas. Concretamente, el modelo de pareja reproductiva y monógama unida en matrimonio para toda la vida ha influenciado totalmente en la forma en que nos vinculamos y que gestionamos nuestra intimidad y sexualidad, pasando a responder, en muchas ocasiones, a intereses más externos que a los nuestros propios.

 

Una luz que alumbra muchos caminos, no alumbra un camino
-Antonio Porchia-

 

Este paradigma de pareja empieza a hacer ascuas. No en el sentido de que no funciona en absoluto, sino en el sentido de que hay muchas personas para las que no está funcionando.

Y además me encuentro con un problema muy común, que es que algunas personas, además de poder tener ciertas dificultades relacionales concretas, se les añade la presión (propia y externa) de querer -o tener que- encajar es este molde y estos cánones. O incluso que muchas de sus dificultades precisamente se basan en sus fallidos intentos de amoldarse a un traje que no parece ser de su talla.

Vivimos un momento complejo a nivel relacional. El modelo único que nos habían vendido no es para nada perfecto e incluso es inalcanzable y limitante para algunxs. Necesitamos movilizar nuestros recursos y encontrar nuestra propia manera de plantear y construir nuestras relaciones sexoafectivas.

 

Creencias y expectativas

Cuando nos enamoramos o nos emparejamos se activan un conjunto de ideas y expectativas interiorizadas, muchas veces inconscientes, que frecuentemente nos condicionan y limitan a nivel relacional.

Es habitual que tengamos estas creencias fijas sobre cómo debe ser una relación de pareja en múltiples sentidos. Una pareja debe tener exclusividad sexual, debe convivir, disponer de una economía conjunta, contar como objetivo tener hijxs, entre otras cosas. Además, generamos unas normas implícitas sobre cómo debe comportarse cada unx dentro de dicha relación.

 

No vemos las cosas como son, las vemos tal y como somos nosotrxs
-Anaïs Nin-

 

Cuando establecemos una relación es poco frecuente que todo esto se explicite y se ponga en común, por lo que actuamos especulando, haciendo conjeturas y dando por supuesto lo que cada unx debería o no debería hacer. Y así es como las famosas expectativas aparecen arrastrando, frecuentemente consigo, desilusiones, conflictos y frustraciones.

Desde esta actitud se generan muchos malos entendidos y problemas relacionales. Por ello y por otras razones es importante hacer algo de introspección y darse cuenta de lo que supone una relación de pareja para cada unx de nosotrxs y lo que esperamos de ella.

Te sugiero que cuando tengas un momento tranquilo te dediques a plantearte las siguientes cuestiones:

  • ¿Qué es para mí una relación de pareja?
  • ¿Qué condiciones son imprescindibles para que pueda considerarla como tal?
  • ¿Para qué quiero estar en una relación de pareja?

 

Parejas a la carta

Como he comentado, todo parece indicar que no hay pautas universales, que no existe un modelo ideal de relación -por muy descorazonador que pueda resultarnos- sino que existen múltiples modelos de relaciones de pareja posibles y cada pareja va a necesitar encontrar el suyo propio.

Ninguna opción es mejor que otra de per se. Todas tienen sus luces y sus sombras, aunque según la persona y la pareja se verá más nutrida y relajada en determinados formatos y más encorsetada, constreñida y desgastada en otros.

 

No hay modelos ideales para ser feliz en la pareja, solo hay libertad para inventar uno propio
-Joan Garriga-

 

Así que es necesario que vayamos diseñando, estructurando y construyendo nuestras relaciones, paso a paso, explorando, equivocándonos y dando rienda suelta a nuestra creatividad.

No solo eso, sino que como la relación es algo vivo va a ser importante que este modelo sea flexible, generativo, y se vaya acomodando a las personas que la conforman y a las diferentes etapas de su camino.

 

El precio de decidir

Esta disolución de los dogmas y de los límites conocidos y prefijados nos deja un abanico de múltiples posibilidades en el horizonte. Esto provoca que ya no sea tan sencillo apegarnos a ciertas ideas rígidas, dejándonos llevar por la inercia, y debamos tomar decisiones y hacernos responsables de nuestras elecciones.

Se hace necesario que asumamos la responsabilidad de nuestras dificultades relacionales y que realicemos la búsqueda de lo que necesitamos. Y esta búsqueda, en muchas ocasiones, nos puede devolver, aparentemente, a la misma casilla del tablero en la que nos encontrábamos, eso sí, en esta ocasión con mucho más conocimiento de nosotrxs, de cómo vivimos nuestras relaciones y responsabilizándonos de nuestro camino particular.

 

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar
-Antonio Machado-

 

De esta forma, el “éxito o no” (por éxito entiendo, básicamente, estar satisfechxs y no tanto si dura dos años o cuarenta que es a lo que solemos asociarlo) de nuestras relaciones pasa a ser complemente cosa nuestra. En realidad ya lo era pero ahora pasa a ser mucho más evidente.

No seguir el camino que ya estaba previamente marcado, aunque este nos esté ocasionando malestar, suele generar incertidumbre y miedo. Es el precio de la libertad, y es un precio que en ocasiones puede ser pesado. Y es que, muchas veces, necesitamos realizar elecciones bien complejas, escoger el menor de entre dos males y aun así la elección y sus consecuencias está en nuestras manos.

 

Al querer eludir el sufrimiento que produce la responsabilidad, millones y hasta miles de millones de seres humanos intentan diariamente huir de la libertad
-M. Scott Peck-

 

Además, probablemente nos encontraremos con presiones fuertes por parte del entorno que agarrándose firmemente a los paradigmas que consideran correctos tratarán que sigas sus pasos, generalmente, pensando en tu bien.

En definitiva, es probable que construir tu/vuestro propio modelo no sea un camino del todo cómodo, pero de bien seguro que tenga buenas vistas.

Seguramente hay un rumbo posiblemente y de muchas maneras personal y único. Posiblemente haya un rumbo seguramente y de muchas maneras el mismo para todxs.
-Jorge Bucay-

 

Continuaré profundizando en este tema en los siguientes artículos. ¡No te los pierdas!

 

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