En general, todxs somos fruto de una educación muy coercitiva. Nos pasamos los primeros años de nuestra vida (o toda nuestra vida) escuchando y siendo reprendidxs por lo que somos, sentimos y hacemos, tratando de cambiarnos, de que nos amoldemos, de que nos comportemos adecuadamente.
Frecuentemente nos presionan (y también presionamos; es común que la víctima se convierta en perpetrador) para dejar de ser quienes somos, para que finjamos y mintamos respecto a nuestros sentimientos y necesidades, para que no molestemos a los demás, para que busquemos ante todo la seguridad y la calma.
No voy a profundizar en una crítica sobre educación infantil. Tampoco es mi especialidad. Sí quería hacer una breve descripción de aspectos que considero que dañan profundamente nuestra identidad, nuestra manera de ser y funcionar en el mundo y que especialmente nos desconectan de gran parte del autoconocimiento, autoaceptación y poder personal que nos permiten vivir desde la autenticidad y la plenitud.
Cada palabra, expresión facial, gesto o acción por parte de un padre le da al niño un cierto mensaje sobre la autoestima. Es triste que muchos padres no se den cuenta de los mensajes que están enviando.
-Virginia Satir-
Prescisamente, en relación con estos aspectos, Virginia Satir desarrolló «las 5 libertades» cuando profundizaba en cómo podemos forjar y mantener una autoestima saludable.
Estas son algunas de las libertades, que tenemos todos los seres humanos, que nos ayudan a validarnos y valorarnos:
1. La libertad de Ser
La libertad para Ser lo que soy ahora, de ver y oír lo que hay, en vez de lo que fue, lo que será o lo que debería ser.
Es esencial que reconozcamos lo que somos. Que somos dignxs y valiosxs tal como somos aquí y ahora. No necesitamos ser diferentes de lo que somos (ni interna, ni externamente) para amarnos y ser felices.
Podemos engancharnos a recuerdos del pasado, a cómo éramos años atrás. También a esperanzas que albergábamos para nuestro presente y que no se están cumpliendo o a expectativas e idealizaciones sobre nosotrxs que colocamos en el futuro pero que nunca llegamos a alcanzar. Podemos vivir sumergidos en mares de deberías y tendrías futuros y pasados.
Todo esto nos desconecta del momento presente, de lo que está sucediendo, de lo que somos en este preciso instante. Esta desconexión lleva consigo riesgos y consecuencias varias.
La vida es aquí y ahora. Somos libres de vivir el presente, de percibir la realidad tal y como es, lo que hay ni más ni menos. Vivirnos tal cual somos y experimentar lo que sucede nos será más útil para funcionar que estar mirando lo que no hay, imaginando, interpretando y haciendo cábalas varias que suelen generar poca toma de tierra y mucha frustración.
No puede ser que estemos aquí para no poder ser.
-Julio Cortázar-
2. La libertad de sentir
La libertad para sentir lo que siento, en lugar de sentir lo que creo que debería sentir, lo que se supone que debería sentir.
La presión social al respecto es intensa. Existen tendencias culturales (y a cada unx se le añaden las de la familia de origen) que fomentan y aceptan determinadas emociones y la forma e intensidad de su expresión, así como niegan y destierran otras. Estos prejuicios influyen en nuestra manera de experimentarlas.
Todas nuestras emociones y sentimientos son válidos y nos aportan una valiosísima información que nos ayuda a conocernos y actuar a la vez que a comunicarnos con el entorno.
A veces sentimos malestar por sentir cosas que consideramos que no son adecuadas o por no sentir otras que nos gustaría o nos dicen que deberíamos sentir. Bloqueamos, reprimimos, falseamos y nos perdemos con todo ello ya que nuestras emociones suelen ser señales y guías en nuestra vida.
Somos libres de reconocer y sentir las emociones que van surgiendo en nosotrxs. Detectarlas, recoger la información que nos aportan y actuar acorde a ellas si es necesario.
Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos.
-François de la Rochefoucauld-
3. La libertad de decir
La libertad para decir lo que siento y pienso, en vez de decir lo que se supone que debería sentir y pensar.
También somos libres de callar lo que no queramos compartir (por previsión de falta de comprensión, porque es algo que consideramos íntimo, porque no aporta nada útil, etc.)
No solo bloqueamos o falseamos emociones ante nosotrxs mismos sino que, en ocasiones, aun detectándolas, comunicamos cosas diferentes para contentar o manipular a los demás. En infinitas ocasiones nos pillamos pensando una cosa y diciendo algo totalmente diferente anticipándonos a los deseos de nuestrx interlocutor/a.
Desde esta posición, nos estamos negando e invalidando a nosotrxs a la vez que estamos fingiendo y manipulando al otro.
Somos libres de expresarnos y de mostrarnos como somos. Es preferible que nos conozcan realmente y nos amen así, a llevar una vida de mentiras y miedo a que nos descubran y nos dejen de querer.
Obvio que esta expresión también va unida al respeto por el otro y a la responsabilidad de unx mismx. Tener en cuenta a los demás, quiénes son, su estado y sus necesidades. Podemos optar por amoldar nuestra comunicación, esperar al mejor momento, omitir algunos aspectos, etc. Algunas mentiras piadosas pueden ser la mejor opción en situaciones excepcionales pero no acostumbra a ser muy funcional cuando suele ser nuestra respuesta habitual.
Decir lo que sentimos. Sentir lo que decimos. Concordar las palabras con la vida.
-Séneca-
4. La libertad de pedir
La libertad para pedir lo que quiero, en lugar de esperar el consentimiento ajeno.
Obviamente, para ejercer esta libertad primero tendré que saber qué quiero, qué necesito. También tener muy claro que el otro tendrá la libertad de dármelo o no y, por lo tanto, desarrollar cierta tolerancia y gestión de la frustración si es el caso.
Muchas veces no actuamos hasta que otro nos da el permiso para hacerlo (como si fuéramos niñxs pequeñxs), o si nuestras acciones implican a terceros buscamos señales en el otro que nos allanen el camino o simplemente esperamos que los demás nos den las cosas porque sí, por adivinación espontánea.
Somos libres de escoger y de pedir lo que queremos. El miedo a la desaprobación o a la negación de nuestros deseos puede frenarnos en esta empresa pero como describe la última libertad si no nos arriesgamos es difícil que consigamos muchas de las cosas que deseamos.
Si algo no se pide, es posible que no se reciba.
-Blanca Miosi-
5. La libertad de arriesgarse
La libertad de correr mis propios riesgos, en vez de conformarme con la seguridad y no perturbar la tranquilidad.
Muchas veces escogemos lo que se considera más seguro por miedo a equivocarnos, a fracasar, a sentir dolor o incomodidad, por miedo a lo desconocido.
Somos libres de arriesgarnos, de abandonar la falsa sensación de seguridad (la estabilidad y la seguridad suele ser un espejismo) y de tomar las decisiones que queramos haciéndonos cargo de las posibles consecuencias. Para crecer y avanzar necesitamos afrontar la incertidumbre y lanzarnos es la única manera de no estancarnos.
Como dice Virginia Satir, aunque mucha gente anhela algo mejor, si se le da la oportunidad de conseguirlo, frecuentemente tiene que luchar contra la “comodidad” de la familiaridad. Una vez que se abandona lo familiar, es obvio que se entra en lo desconocido, algo que produce temor a la mayoría de nosotros. En esto radica lo doloroso del cambio, en abandonar lo que nos es familiar para lanzarse a lo desconocido. A menudo este dolor se denomina ansiedad o inseguridad.
Tomar riesgos nos conecta con nuestro poder personal, con la sensación de que nos cuidamos yendo a por lo que queremos y con el saber que podemos afrontar lo que venga con los recursos que ya tenemos.
No se puede encontrar la paz evitando la vida.
-Virginia Woolf-
Integrar estas libertades en nuestras vidas nos llena de valor personal, de coherencia y de vida. Validamos quienes somos y nuestras experiencias. Nos pone en primer lugar frente al mundo sin olvidarnos de él. Conectamos con lo que hay en vez de con los deberías, los tengo que, las expectativas y los juicios. Nos ayudan a ser congruentes y auténticos con nosotrxs (cuerpo-mente-emoción) y en nuestras relaciones.
Por supuesto, el siguiente paso es respetar las libertades de los otros y no llevarlas a un extremo dogmático en el que pasemos por encima de los demás enganchadxs a nuestro narcisismo.
Saber quién soy, lo que siento y lo que pienso, comunicarme honestamente y arriesgarme cuando me lo pida el cuerpo me parece un buen camino para dejar de ir por el mundo con un disfraz incómodo que alimenta nuestros miedos y nos desconecta de lo que hay debajo.
Lo más fácil del mundo es ser lo que eres, lo que sientes. Lo más difícil es ser lo que otra gente quiere que seas, pero ésa es la situación en la que vivimos. ¿Eres realmente tú o lo que la gente te ha dicho que eres?
-Leo Buscaglia-
Para acabar, os dejo un escrito de Virginia Satir donde refleja de forma lúcida este mensaje:
Yo soy yo
En todo el mundo, no hay nadie como yo.
Hay personas que tienen algo en común conmigo, pero nadie es exactamente como yo.
Por lo tanto, todo lo que surge de mi es verdaderamente mío porque yo sola lo escogí.
Soy dueña de todo lo que me concierne,
de mi cuerpo, incluyendo todo lo que hace;
mi mente, incluyendo todos sus pensamientos e ideas;
mis ojos, incluyendo las imágenes de todo lo que contemplan;
mis sentimientos, sean lo que sean,
ira, gozo, frustración, amor, desilusión, excitación;
mi boca y todas las palabras que de ella salen,
corteses, tiernas o rudas, correctas o incorrectas;
mi voz, fuerte o suave,
y todas mis acciones ya sean para otros o para mí misma.
Soy dueña de mis fantasías, mis sueños, mis esperanzas, mis temores.
Soy dueña de todos mis triunfos y logros, de todos mis fracasos y errores.
Como soy dueña de todo mi yo, puedo llegar a conocerme íntimamente.
Al hacerlo, puedo amarme,
y ser afectuosa conmigo en todo lo que me forma.
Puedo así hacer posible que todo lo que soy
trabaje para mi mejor provecho.
Sé que hay aspectos de mi misma que me embrollan,
y otros aspectos que no conozco.
Mas mientras siga siendo afectuosa y amorosa conmigo misma, valiente y esperanzada,
puedo buscar las soluciones a los embrollos y los medios para llegar a conocerme mejor.
Sea cual sea mi imagen visual y auditiva,
diga lo que diga, haga lo que haga,
piense lo que piense y sienta lo que sienta
en un instante del tiempo
esa soy yo.
Esto es real y refleja dónde estoy en ese instante del tiempo.
Más tarde, cuando reviso cuál era mi imagen
visual y auditiva, qué dije y qué hice,
qué pensé y qué sentí,
quizás resulte que algunas piezas no encajen.
Puedo descartar lo que no encaja
y conservar lo que demostró que sí encaja.
E inventar algo nuevo en vez de lo que descarté.
Puedo ver, oír, sentir, pensar, decir y hacer.
Tengo las herramientas para sobrevivir;
para estar cerca de otros,
para ser productiva,
y para encontrar el sentido y el orden del mundo
formado por la gente y las cosas que me rodean.
Soy dueña de mí misma
y por ello puedo construirme.
Yo soy yo
y estoy bien.
»No dudes en contactarme si tienes alguna consulta o si deseas iniciar un proceso psicoterapéutico para fortalecer tu autoestima.
¡Y aquí va un regalito! ¡A disfrutar!