Expectativas en la pareja

Nuestras expectativas en la pareja y en el amor inundan por completo nuestras relaciones. No me canso de decir que no nos acercamos inocentemente a nuestras relaciones sexoafectivas o de pareja sino que vamos acompañadxs de mochilas y maletas bien cargaditas de experiencias y creencias que van a marcar la vivencia de esa relación.

Las expectativas son creencias y suposiciones -conscientes o inconscientes- sobre lo que deseamos o esperamos que suceda. Colocamos expectativas la mar de diversas en nuestra relación de pareja:

  • Creencias que consideramos grandes verdades: si amas a alguien solo tienes ojitos para esa persona, si me quisiera de verdad querría verme cada día, etc.
  • Fantasías de ensueño: nos casaremos y seremos felices para siempre, viviremos en una casa en el campo y tendremos una familia modélica, etc.
  • Esperanzas de cambio: en cuanto madure cambiará de opinión y deseará ser padre/madre, cuando vivamos juntxs dejará de salir a emborracharse, etc.
  • Predicciones terribles: seguro que me acaba dejando por alguien más atractivx, no contesta mi mensaje porque debe estar con otrx, etc.

Estas expectativas en la pareja distorsionan la forma en que percibimos a nuestrx compañerx y nuestra relación. Funcionan como filtros, como unas gafas de fantasía que distorsionan la realidad. La distancia que generan entre lo que esperamos y lo que realmente es o sucede -entre realidad y ficción- suele ser fuente de mucho sufrimiento innecesario.

 

Esperamos tanto que los demás sean como nosotros deseamos que nos volvemos incapaces de aceptarlos como realmente son. Por tanto, no son las personas las que nos decepcionan, son las expectativas que tenemos de ellas las verdaderas causantes de todas nuestras desilusiones.
-Alejandro Santafé-

 

Podríamos clasificar en dos grandes categorías estas creencias y predicciones: las que anhelamos, deseamos, soñamos, las que nos ilusionan -con las que elaboramos pelis románticas e idealizadas-. Y las que tememos, sospechamos, recelamos y querríamos prevenir o evitar -con las que construimos pelis de suspense o de puro terror-.

 

Comedias románticas

Por un lado, nos encontramos las expectativas y fantasías deseadas. Las que tienen que ver sobre cómo debería ser una relación, sobre cómo deberíamos comportarnos y especialmente sobre cómo debería ser y comportarse nuestra pareja.

Aquí nos encontramos con características de su persona, con lo que esperamos que diga o haga en determinadas situaciones, cómo debería tratarnos, incluso con cómo debería sentirse.

En este caso, cuando la realidad se aleja de nuestra ficción mental -que suele ser bastante a menudo- generan desilusión, decepción, acumulación de frustración, etc. Además nos alejan de observar y valorar lo que sí está habiendo en la relación o lo que sí está haciendo o sintiendo esa persona por lo que nos colmamos de insatisfacción mientras que el otro se siente poco valoradx o queridx.

 

Lo bueno no es bueno cuando se espera lo mejor.
-Thomas Fuller-

 

Podemos encontrar infinitas expectativas deseadas en la pareja: una pareja tiene que convivir, debo ser muy buenx en la cama, tengo que ayudarle a resolver todos sus problemas, tiene que preferir estar conmigo que con sus amigxs, debería saber lo que necesito, etc.

 

Cine de terror

Por otro lado, nos encontramos con las expectativas y predicciones temidas. Cosas que no nos gustaría que ocurrieran pero que suponemos, imaginamos o vaticinamos que pasarán.

Estas suelen suscitar que hagamos interpretaciones incorrectas y negativas de muchos comportamientos e intenciones del otro. Esto ocurre, en especial, cuando hay algo de incertidumbre en la relación y cuando la comunicación no es fluida, honesta y directa.

Además, este filtro oscuro y suspicaz con el que miramos la realidad acarrea que frecuentemente acabemos provocando conflictos o justamente las escenas que tanto estábamos temiendo -lo que llamamos profecía autocumplida-. Muchas veces, vivimos las mismas situaciones una y otra vez sin darnos cuenta hasta qué punto estamos influyendo en que sucedan.

 

La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición «falsa» de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva «verdadera».
-Robert K. Merton-

 

Algunos ejemplos de expectativas negativas en la pareja: todas las relaciones acaban mal, todos los hombres son infieles, las mujeres solo quieren tu dinero, si no soy buenx en la cama me dejará por otrx, si no le complazco siempre dejará de quererme, si le doy mi opinión se enfadará, si me muestro como soy realmente no le gustaré, no contesta mi mensaje porque en realidad no le gusto, queda conmigo solo por el sexo, etc.

 

→¿Y por qué esperamos lo que esperamos?, ¿cómo y por qué forjamos estas expectativas en la pareja?, ¿qué solemos esperar en nuestras relaciones?

Esperamos lo que sucedió

Suena lógico, ¿no? Aprendemos de nuestras experiencias pasadas. Aprendemos a organizar y categorizar la realidad en función de lo que hemos vivido y también a esperar determinados resultados y a predecir futuros probables.

De todo lo que nos ha sucedido en nuestras vidas lo más determinante en la forma que vamos a vivenciar nuestras relaciones va a ser la clase de vínculo que tuvimos con nuestrxs padres/madres o cuidadores principales. La relación que tuvimos con nuestra madre y nuestro padre (o nuestras madres, o tutorxs, o abuelx…), su presencia amorosa o la ausencia de ella, dejó una huella profunda en nosotrxs. ¿Cómo nos trataban?, ¿cuál era su mirada hacia nostrxs?, ¿cómo nos amaban?, ¿qué nos exigían?, ¿cómo nos apoyaban?, etc.

Esta vinculación marcará nuestros estilos de apego -escribiré un artículo ampliando este tema- y estos trazarán nuestras expectativas, miedos, anhelos, etc., en nuestras relaciones.

 

Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas le da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y le alimenta a valorar y continuar la relación.
-John Bowlby-

 

Cuando nuestro estilo de apego es seguro tendemos a ser más confiados, optimistas, con expectativas más positivas y realistas en nuestras relaciones. Cuando nuestros estilos de apego son inseguros tendemos a desconfiar de nuestras relaciones y a tener expectativas negativas y extremistas, tendemos a recrear escenarios en los que nos sentimos de forma parecida a cuando dependíamos de nuestras figuras de referencia.

Bajo el prisma de los estilos de apego disfuncionales una mala contestación puede ser leída como un indicador de un futuro abandono y vivida con mucha ansiedad cuando simplemente puede que esté cansadx o agobiadx por temas laborales. Una pregunta sobre lo que hicimos ayer puede ser interpretada como celos e intento de controlarnos y sentirnos agobiadxs y asfixiadxs, etc.

Lo que experimentamos en nuestras relaciones anteriores también va a influir en lo que esperemos de las futuras. Si nos han engañado o se han aprovechado de nosotrxs, tenderemos a desconfiar o a esperar que esto se repita.

 

Esperamos lo que no sucedió

Es habitual también que esperemos precisamente aquello que no sucedió, aquello que no recibimos cuando eramos pequeños, que nos compensen lo que faltó, que llenen nuestros vacíos internos. Si en mi familia no reconocían mis logros, o no solían atenderme emocionalmente, o no pasaban tiempo conmigo, puede que espere que sea ahora mi pareja la que sí lo haga.

También podemos esperar lo que no sucedió en nuestras relaciones de pareja anteriores. Si mi expareja se mostraba poco cariñosx o no tenía estabilidad económica o era muy directivx puede que busquemos todo lo contario, alguien tiernx, con una buena posición o algo sumisx.

 

Esperamos lo que vimos

También esperamos aquello que vimos en casa, los modelos de relación de pareja que vimos al crecer. Nuestro principal modelo de referencia ha sido el ejemplo que han ejercido nuestros progenitores, el tipo de relación de pareja que mantuvieron. ¿Cómo se trataban entre ellos?, ¿cómo se amaban?.

Por ejemplo, si nuestros padres nunca discutían, puede que sintamos que algo va realmente mal en nuestra relación si esto sucede, si en casa mi madre tenía un rol servicial es posible que busque eso cuando me acerque a una mujer, etc.

No solo esperamos que nuestra relación de pareja sea como la que vimos en casa -para bien y para mal- sino que en ocasiones lo buscamos para así contentar a nuestxs padres, para ser leales a su modelo y logar así su aprobación y amor.

 

Esperamos lo que nos han dicho

Lo que nos han dicho en casa y fuera de ella influye y condiciona nuestra forma de concebir las relaciones de pareja. Recibimos un volumen cuantioso de información sobre cómo funcionan las relaciones de pareja, los roles de cada miembrx y sobre cómo deberíamos sentirnos. Nuestrxs padres/madres, abuelxs, profesorxs, amigxs, el cine, la literatura, la música, etc. Todxs tienen algo que decir al respecto.

 

Existen reglas implícitas que dicen a quién, cuándo y cómo podemos amar.
-J Bauer-

 

Los modelos socioculturales influyen enormemente en la manera que construimos nuestras relaciones. No voy a extenderme en este apartado porque he escrito varios artículos sobre el tema, como por ejemplo el siguiente: En construcción: Modelos de relaciones de pareja hoy.

También te invito a reflexionar sobre cómo los mitos del amor romántico nos influyen enormemente, determinando muchas de nuestras expectativas y, por ende, de nuestras decepciones.

 

Esperamos lo que hacemos

También es frecuente que esperemos lo que nostrxs mismxs hacemos, pensamos o sentimos.

Es común que si somos puntuales esperemos que los demás también lo sean, que si somos cariñosxs esperemos que nuestras parejas lo sean también, que si hacemos un favor o somos detallistas nos correspondan con la misma moneda, o que si decimos a alguien te quiero nos lo devuelvan.

 

Esperamos lo que el otro hace

Por último, y sobre todo cuando las relaciones se consolidan y aumenta el conocimiento del otro, empezamos a dar por sentado que nuestrx compañerx seguirá haciendo las cosas que ha estado haciendo hasta ahora, que seguirá tratándonos de la misma manera, que seguirá pensando igual.

Damos al otro por hecho y utilizamos sus acciones y palabras pasadas como deberías futuros. Nos cerramos al cambio, a la evolución y transformación de su persona y de la relación.

 

Para acabar esta primera parte sobre las expectativas en la pareja, te dejo un pequeño cuento que ejemplifica cómo las expectativas negativas influyen en cómo nos relacionamos:

 

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo.
Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo.
Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir «buenos días», nuestro hombre le grita furioso: «¡Quédese usted con su martillo, zopenco!»

 

…TO BE CONTINUED…

 


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