No es fácil afirmar cuáles son los factores que hacen que una relación de pareja funcione y cuáles los que provocan que el vínculo se denigre y se diluya.

En las relaciones de pareja, como en todos los tipos de relaciones humanas, surgen conflictos y desavenencias. Cuando esto sucede, podemos activar ciertos patrones y mostrar algunas actitudes y conductas corrosivas que, si son recurrentes, pueden provocar que la relación se vuelva muy difícil y que las personas se distancien, llegando incluso a la ruptura.

El psicólogo John Gottman, tras muchos años de investigación y de trabajar con parejas, afirma que existen determinados tipos de interacciones disfuncionales que suelen indicar que una relación está tomando un camino tortuoso.

Esta clase de negatividad consiste básicamente en patrones de comunicación e interacción que todxs cometemos en ocasiones. No obstante, asegura que si estos indicadores son frecuentes y se mantienen en el tiempo, pueden marcar el Apocalipsis en la relación. De ahí que los llamara los 4 Jinetes del Apocalipsis.

Cabe destacar que lo que son indicios de mal pronóstico para una relación de pareja también son factores que desgastan cualquier otro tipo de relación.

A continuación os describo los 4 tipos de comportamiento que, además, suelen presentarse en este orden:

 

1- Las críticas

Es natural que en nuestras relaciones afloren situaciones que nos molestan y que nos surjan quejas o peticiones varias. Cuando estas se dirigen a una conducta determinada y si logramos no hacer una valoración supuestamente objetiva (por ejemplo: «esto no me gusta a mí», en vez de, «esto está mal») suelen facilitar la negociación y el encuentro.

Podemos diferenciarlas de lo que podríamos llamar críticas destructivas (Vs críticas constructivas) porque estas son globales y absolutas, con ellas generalizamos y etiquetamos al otro y se convierten en juicios con los que atacamos directamente a la otra persona. Además son poco respetuosas y suelen tratar de generar malestar y culpa.

Por ejemplo:

-Me disgusta que dejes los platos sin fregar. Me dificulta cuando voy a cocinar.
Vs
-¡Eres un guarro! Siempre dejas los platos sin fregar durante horas y los tengo que acabar fregando yo. Solo piensas en ti, no te importo.

Una pista para pillarnos haciendo este tipo de críticas es detectar que estamos usando el «siempre» o el «nunca», cuando empezamos frases con «eres…», entre otras cosas. Si te pillas en una de estas, recuerda que es mejor centrarse en los propios sentimientos en lo que se refiere a la conducta del otro.

 

La cosa más difícil es conocernos a nosotrxs mismxs; la cosa más fácil, hablar mal de los demás.
-Epicteto-

 

Es frecuente encontrar este tipo de comportamiento en la mayoría de nuestras relaciones sin que eso signifique que vamos a romper con nuestra pareja o a dejar de hablar con nuestrxs padres/madres o amigxs. No podemos olvidar que así es como la mayoría hemos sido educadxs (¡eres un/a niñx malx!, ¡eres un/a irresponsable!).

No obstante, cuando estas se vuelven recurrentes e inundan nuestra relación fácilmente van a minar el espacio común y además van a allanar el camino para los siguientes jinetes.

 

2- El desprecio

Es, probablemente, el más tóxico de los cuatro jinetes.

Podemos mostrar desprecio de muchas formas hirientes más directas o indirectas. Desde la ironía, el sarcasmo, la burla, el insulto, el escepticismo o la condescendencia, la humillación o el ridiculizar, utilizar determinadas expresiones y gestos (ojos en blanco, fuh, etc.), rebajar al otro o mostrarse moralmente superior.

Este tipo de conductas pueden resultar ofensivas y suelen implicar una actitud de superioridad, de infravalorar al otro, por lo que es fácil que la persona sienta que no está a la altura del oponente (y digo precisamente oponente, porque, a estas alturas, más que un/a compañerx se trata de un/a adversarix).

Ejemplo:

-¿Eres cortito o es que todavía no te has despertado del todo?, ¿necesitas que te lo repita más despacio? (con tonito desdeñoso y condescendiente)
-Claro, como a ti siempre te han sacado las castañas del fuego tus padres (con una sonrisa burlona)

 

Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua.
-Miguel De Cervantes-

 

El desprecio alimenta y aumenta los conflictos, además de ser muy hiriente para el que lo recibe. Suele apreciarse cierta intención de hacer daño aunque no se esté generando de forma consciente.

Una forma común de que aparezca este jinete es cuando una queja no se resuelve en el momento y con el paso del tiempo se transforma en una crítica global que, con el tiempo y ya hartxs, convertimos en pensamientos negativos respecto a su persona. En ocasiones puede ser fruto del rencor o la venganza por acontecimientos varios. O también puede surgir cuando nos centramos por largo tiempo en las cualidades que consideramos negativas del otro e incluso las amplificamos.

Es interesante tener en cuenta que también podemos estar despreciando aspectos propios que rechazamos y que proyectamos en el otro porque nos resultan intolerables.

 

3- La actitud defensiva

Visto lo visto y con este panorama resulta comprensible que muchas veces nos pongamos a la defensiva ante situaciones que sentimos como un ataque (sea real este ataque o no).

Ejemplo:

-¿Por qué nunca me dices que me quieres? Porque tú tampoco me lo dices a mí.
-Es que nunca propones nada. ¿Cómo que no?, el otro día propuse ir a pasear por la playa y no quisiste ir.

Pero desde esta actitud no hay autoobservación, ni revisión, ni responsabilidad, simplemente nos justificamos y victimizamos y en todo caso ponemos excusas o culpamos al otro de forma silenciosa. De esta forma, a falta de diálogo y de no atender a razones, no habrá aprendizaje ni búsqueda de soluciones ya que dificulta muchísimo la negociación.

 

El acto de defensa es ya un ataque. Las armas para la defensa son siempre un pretexto para los que instigan las guerras. La calamidad de la guerra se origina en el fortalecimiento y potenciación de las distinciones sin sentido entre yo/otro, fuerte/débil, atacar/defender.
-Masanobu Fukuoka-

 

No deja de ser una actitud “atacante” en defensa a un ataque anterior (o lo que interpretamos como un ataque), por lo que suele ir acompañada de actitudes no respetuosas ni conciliadoras. Es más, parece que no escuchemos o no tomemos en serio lo que nos dice la otra persona.

 

4- La actitud evasiva

Cuando los otros jinetes se han presentado y se han afincado en la relación, falta poco para que se presente el cuarto y último: la evitación.

Es frecuente que caigamos en esta actitud con el objetivo de evitar enfrentamientos y peleas pero, a la vez, cuando se convierte en algo automático y frecuente se transforma en un actitud muy dañina para la relación.

La actitud evasiva puede reflejarse de muchas formas. Inicialmente suele ser mostrando indiferencia, desconectándonos y distanciándonos emocionalmente del otro, con una comunicación prácticamente nula, sin emitir sonido ni palabra, mostrándonos inexpresivos o con una expresión corporal pasiva, con poco contacto visual, bajando o apartando la mirada, incluso poniéndonos a mirar el móvil o la TV como si realmente no escucháramos que alguien nos está hablando. El último recurso puede ser la distancia física, como si el asunto no fuera con nosotrxs (marcharnos a otra habitación, largarnos del lugar, etc.).

Este jinete suele aparecer cuando la persona se siente abrumada o indefensa ante la situación y suele ser su forma de alejarse emocionalmente y así defender su integridad. Sin embargo, esto solo suele generar que el otro se encienda todavía más y el conflicto tome dimensiones gigantescas.

 

Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. A su vez, lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte.
-Elie Wiesel-

 

Cuando incurrimos en esta actitud, de nuevo, ni estamos asumiendo el problema, ni nos estamos responsabilizando, ni ponemos energía en solucionar nada. Suele ser más útil comunicar cómo nos estamos sintiendo y, si es necesario, negociar un tiempo muerto para que ambas partes nos calmemos y podamos continuar con la negociación.

La conducta evasiva es como construir un muro infranqueable entre lxs dos. Aunque pueda parecer más inofensiva que otras posturas más activas, la indiferencia suele ser una de las posturas más nocivas ya que el otro se siente abandonadx, rechazadx, o directamente siente que no le importa un comino.

No recuerdo quién dijo que el peor de los castigos para un se humano sería ser inmortal e invisible. ¿Lo imaginas?

 

Para acabar…

Estas posiciones en nuestras relaciones dificultan el encuentro y suelen alejarnos más que acercar posturas. Cuando incurrimos en ellas solemos olvidar que estamos en el mismo barco y que el otro no es nuestrx enemigx.

Todos incurrimos en alguna de estas interacciones negativas en algún momento u otro sin que eso signifique que nuestra relación esté abocada al fracaso.

No obstante, poner atención en estas situaciones y tratar de actuar de otras formas más constructivas fomentará el bienestar de ambxs. Poner el foco en unx mismx, hablar desde el yo más que desde el tú, responsabilizarnos de lo que nos corresponda y tener una mirada amorosa y conciliadora que busque el encuentro y el bienestar para todxs puede ayudarnos a relacionarnos mejor.

 

Convierte tu muro en un peldaño.
-Rainer Maria Rilke-

 

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