… «El amor verdadero predestinado»

 

Continuando con los mitos del amor romántico, esta vez me centro en el segundo grupo: El amor verdadero predestinado, ¡nuestra media naranja!

Este grupo tiene su origen en el relato sobre las almas gemelas del Banquete de Platón, que narra cómo los seres humanos fueron separados en dos por el enojado Zeus: “Hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad” 

Esta alegoría ha engendrado una montaña de ideas ingenuas sobre la búsqueda del amor, orientadas a encontrar al “The one”, a fusionarnos y a permanecer juntxs y felices por los siglos de los siglos.

También ha influenciado directamente nuestra definición del amor como se puede observar en la RAE:

  • Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
  • Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

 

La media naranja

Es la creencia de que somos seres incompletos que vamos por la vida buscando a nuestra otra mitad para que nos complete. Que solo hallaremos la felicidad y la plenitud en el amor cuando encontremos a esa persona que tenemos predestinada, que encaja con nosotrxs a la perfección y que es la única elección posible.

 

Y yo me pregunto, ¿es posible ser la mitad de unx mismx?

 

Esta idea conlleva frecuentemente que vivamos aletargadxs. Esperando a encontrar a esta media naranja para “empezar a vivir” y realizar nuestros sueños, y que condicionemos nuestro estilo de vida a esta espera. Algo así como si estuviéramos en el modo de prueba hasta que aparezca esa persona y nuestra vida se convierta en algo real y que merezca la pena ser vivida.

También puede comportar que no tratemos de sanar nuestras heridas, de aprender a cuidarnos y a cubrir nuestras necesidades, etc., porque pensemos que son fruto de esta incompletud y se resolverán cuando hallemos a la otra pieza del puzle que colmará nuestros anhelos existenciales.

Como dice Douiel, “la media naranja es la ilusión de encontrar ese ser que satisfaga nuestras necesidades conscientes y nos defienda de nuestros conflictos inconscientes”. Pero en realidad, nadie puede cumplir esa función más que nosotrxs mismxs.

Este mito, como el resto, tiene más que ver con reconfortar nuestros miedos que con algún atisbo de realidad. Nuestro miedo a no ser queridxs tal y como somos, con nuestras imperfecciones, se difumina si tenemos la certeza que hay alguien ahí fuera especialmente hecho para nosotrxs.

 

Mi complemento perfecto

Este ideal de compatibilidad perfecta y de compartirlo todo es una utopía tan irreal que es prácticamente imposible que nadie encaje, convirtiéndose en una búsqueda desalentadora.

Incluso puede destruir buenas relaciones ya que, si sospechas que tu compañerx no es tu media naranja, estarás con la mirada fuera de la relación esperando a que el destino haga su trabajo de una vez.

Además, si nos engañamos pensando que es nuestra media naranja y debemos formar una única unidad, nos puede llevar a una tolerancia excesiva y a amoldarnos en exceso con tal de coincidir en valores, deseos, pensamientos, etc. Incluso podemos esperar una conexión tan profunda que bordee la lectura mental y emocional con la falta de comunicación que esto implica.

El principal riesgo de completarnos con el otro es, según Coria, que uno más uno termina resultando uno, lo cual es un grave error que va más allá de la pura aritmética.

 

El flechazo instantáneo

Solemos asociar esta idea de la media naranja predestinada a los flechazos y enamoramientos ardientes. Y es que, si dos personas están predestinadas a estar juntas, cuando el destino haga de las suyas y se encuentren, se reconocerán al instante y el flechazo será inevitable.

Obviamente, una conexión instantánea o una poderosa afinidad o atracción inicial facilitan el comienzo de una relación, pero no es la única manera de iniciar relaciones satisfactorias. No siempre se necesita de una coincidencia apasionada o de un enamoramiento fortuito y podemos perdernos relaciones fructíferas si caemos bajo el influjo de esta superstición.

De igual modo, podemos creer que no tenemos ningún poder en esta decisión o en nuestros sentimientos amorosos porque todo está escrito y está en manos del destino. Esto puede implicar consecuencias nefastas como dejarnos llevar por historias que no nos hacen ningún bien.

 

El amor verdadero es único y eterno

Como media naranja solo hay una, solo existe una única persona en todo el mundo que es ideal para unx y solo querremos de verdad una vez en la vida (sin presión, ¿eh?). Os podéis imaginar la tensión con la que se embarca unx en una relación pensando de esta manera.

Podemos forzar relaciones y aferrarnos a un vínculo solo porque imaginemos que nunca encontraremos a otro ser tan perfecto para nosotrxs y que además si rompemos se acabaron las oportunidades.

Y como queremos que ese amor dure para siempre, generamos contratos rígidos sobre la perdurabilidad que se parecen más bien a un cautiverio durante el cual nos aferramos tanto que estrangulamos la relación.

También es común desvalorizar las relaciones que hayamos podido tener hasta ese momento o las que vendrán después de una ruptura con nuestra supuesta media naranja. Algo así como que no eran relaciones de verdad. Y que no valoremos el crecimiento y el disfrute que nos hayan aportado.

 

Reformulando el mito

Somos seres únicos, irrepetibles y completos. Nacemos con todo lo que necesitamos para sobrevivir y tener una vida plena. Es cierto que llegamos al mundo tan inmadurxs, vulnerables y dependientes que todxs crecemos con ciertas carencias y heridas de la infancia. Para adaptarnos al mundo nos forjamos personajes y llevamos vidas neuróticas desconectadas de nuestra Esencia, lo que suele provocar que sintamos un fuerte vacío interior o incluso que nos sintamos incompletxs.

El error es pensar que la forma de llenar o de huir de ese vacío es encontrándolo fuera. Que otra persona nos completará y no volveremos a sentir esas heridas y ese vacío. Nadie nos va a llenar de la forma que desearíamos porque solo nosotrxs podemos hacernos cargo de esta parte nuestra.

 

Llevar la mirada hacia nuestro interior. Conocer nuestras heridas y nuestras necesidades reales. Cuidarnos, aceptarnos y amarnos con toda nuestra vulnerabilidad. Eso es lo que nos completa.

 

Sintiéndonos seres completos y autónomos, la relación de pareja pasa a ser una elección personal para compartir nuestros caminos y no algo indispensable para subsistir y que nos impone el implacable destino. Entonces nuestra elección sí importa, y podemos decirle a nuestro compañerx «te elijo», en vez de algo así como el destino me ha hecho juntarme contigo.

Si queremos encontrar personas compatibles con nosotrxs necesitamos conocernos, saber quiénes somos, qué valoramos, y cómo nos gustaría que fuera nuestra vida. Así podemos atraer y encontrarnos con personas con las que conectemos.

No se trata de generarnos expectativas rígidas y buscar a alguien que encaje perfectamente con nosotrxs. Podemos tener relaciones saludables, interdependientes, en las que negociamos y nos influenciamos mutuamente y en las que cubrimos algunos de nuestros anhelos y necesidades, así como también lo hacemos en otras relaciones y actividades.

La vida es misteriosa y en ocasiones se presentan coincidencias o situaciones que parecen mágicas y únicas. Que aparezcan personas de esta forma no indica que hayan venido para quedarse y quizás simplemente podamos sacar un bonito aprendizaje o una buena lección de vida.

 

Pensar que todo lo que ocurre está ajustándose a nuestros planes románticos es peligroso y nos deja poco margen de actuación cuando la vida nos coloca a determinadas personas por delante.

 

Además, no hay una sola persona compatible con nosotrxs. Pululan por ahí muchxs candidatxs con lxs que podríamos compartir, aprender y crecer de diferentes formas y por diversos caminos. También existen muchas otras con las que conectamos profundamente pero con las que no necesariamente tengamos que mantener una relación de este tipo y que puedan tener otro papel en nuestra vida o de las que podamos aprender algo importante.

Somos seres en continuo desarrollo y nuestras relaciones son como organismos vivos que inevitablemente cambian con el tiempo. En ocasiones, pasados los años la conexión que teníamos con el otro ya no es tal porque nos hemos transformado en personas diferentes. Es por esta razón que el amor promete en el ahora: «hoy te sigo eligiendo»

 

El amor es eterno mientras dura.
-G. García Márquez-

 

El amor dura lo que dura, y las relaciones no se pueden medir por su duración (si hemos estado treinta años juntxs es porque nos queríamos mucho… o porque nos daba mucho miedo estar solxs…). Me parece más constructivo valorar lo que esa relación nos ha aportado, lo que hemos crecido, lo que hemos traspasado y lo que hemos disfrutado, más que los días que hemos pasado juntxs. Algunas personas nos tocan profundamente pero no se quedan por mucho tiempo en nuestras vidas.

 

Recomendación bibliográfica: El banquete. Platón.

 

»Otros artículos sobre el amor romántico:

Mitos y riesgos del amor romántico

2- «El amor lo puede todo»

4- «El amor requiere entrega total»

5- «El amor es posesión y exclusividad»

Comiendo perdices… Reflexiones finales sobre los mitos románticos

Abrir chat
1
Hola 👋
¿En qué puedo ayudarte?