En la primera parte de este artículo hablaba de cómo nuestras expectativas en la relación de pareja condicionan profundamente nuestros vínculos, de cómo se van forjando con el tiempo y de qué formas adoptan.
En esta segunda parte, te propongo dar un paso más: explorar cómo convertirlas en herramientas de autoconocimiento y cómo gestionarlas para que no interfieran excesivamente en nuestras relaciones.
Guiones de cine
La combinación de nuestras experiencias vividas, de nuestros deseos, heridas y temores configura un estilo propio de expectativas. Cada persona va desarrollando un lenguaje emocional que acaba convirtiéndose en una especie de “marca de autor”: una manera de mirar y vivir sus vínculos.
Como los grandes directores de cine, cada quien desarrolla su estilo narrativo:
algunas personas se mueven por la vida en comedias románticas,
otras están atrapadas en thrillers de desconfianza,
hay quien solo ve el tráiler y evita profundizar en la trama.
Otras creen vivir en una película de Almodóvar, con drama y pasión,
y hay quienes se refugian en el género documental, observando desde la distancia sin implicarse demasiado.
Estas películas internas moldean nuestra forma de estar en el presente, filtran la realidad y reescriben lo que sucede. No vemos tanto lo que pasa como lo que esperábamos que pasara. Y cuando eso no ocurre, sufrimos.
«Esperar que una relación funcione sin revisar nuestras expectativas es como pedirle peras a un olmo… o a un cactus que ya avisó que no daba sombra.»
Vacíos de guion
Lo que pasa cuando no pasa nada: vacíos, supuestos y malentendidos
Especialmente en momentos de incertidumbre —una llamada que no llega, un mensaje con un tono extraño—, nuestra mente tiende a completar los huecos. WhatsApp, por ejemplo, deja muchos espacios vacíos. Y donde hay vacío, proyectamos: “Ya no le importo”, “está molesto conmigo”, “me está evitando”.
Todo eso ocurre dentro de nuestra cabeza, sin haber preguntado nada. Olvidamos que el otro, probablemente, ve la misma escena desde otro ángulo; nos cuesta recordar que no hay una única lectura posible, y muchas veces preferimos imaginar antes que preguntar.
«La mente es una cuentacuentos… y la mayor parte de lo que nos cuenta no es verdad.» -Tara Brach-
Darnos cuenta de este mecanismo puede marcar una diferencia enorme. Pararnos a revisar si lo que pensamos se basa en hechos o en interpretaciones puede ahorrarnos conflictos, malentendidos y más de un monólogo interno digno de una tragedia griega.
¿Y qué hago con todas estas pelis que me monto en la cabeza?
🎥 Observar: atención e introspección
Muchas expectativas operan desde el inconsciente. Por eso, el primer paso es observarnos: prestar atención a nuestras emociones y reacciones cuando estamos en relación.
- «¿Qué espero realmente de esta persona sin haberlo dicho?»
- «¿Qué me frustra tanto?»
- «¿Qué hay detrás de esta ansiedad o esta decepción?»
A veces, la clave no está en lo que ocurre, sino en cómo me siento cuando no ocurre lo que yo esperaba o deseaba.
🎥 Comprender: ¿de dónde vienen?
Nuestras expectativas en la relación de pareja no aparecen de la nada. Son el resultado de nuestros aprendizajes, estilos de apego, relaciones pasadas, mandatos familiares y culturales. Con frecuencia, las expectativas más rígidas son intentos inconscientes de protegernos del dolor: “Si todo ocurre como espero, tal vez así no se repita lo que dolió.” Pero vivir desde el control nos aleja del presente y de la posibilidad real de vínculo.
Revisarlas implica un trabajo honesto, compasivo y deconstructivo. Por eso, vale la pena preguntarse:
- ¿Qué parte de mí está esperando esto?
- ¿Es una necesidad genuina o una exigencia heredada?
- ¿Qué me duele tanto que necesito que se repare desde fuera?
- ¿Esta expectativa me acerca o me aleja del otro?
- ¿Se siente como una expectativa adulta o como un deseo infantil?
Explorar estas preguntas nos ayuda a conocernos más y a revisar el guion desde el cual escribimos nuestras relaciones.
Y es que, en ocasiones, algunas de estas expectativas están tan enraizadas en nuestra historia familiar o en patrones de apego que cuesta verlas o modificarlas por nosotrxs mismxs. En estos casos, puede ser muy valioso acompañarse de un proceso terapéutico profundo, como el EMDR, que permite trabajar desde la raíz experiencias pasadas que moldearon nuestro estilo vincular. Porque no siempre es fácil desmontar solxs aquello que un día nos sirvió para protegernos del dolor.
🎥 Reformular: construir nuevas formas de mirar
Una vez detectadas nuestras películas internas, podemos empezar a reescribir partes del guion. No se trata de anular lo que sentimos, sino de responder desde un lugar más consciente y maduro.
Por ejemplo, si me sorprendo pensando “el amor auténtico lo da todo sin pedir nada a cambio”, puedo preguntarme si ese ideal es justo conmigo.
Quizá prefiera una versión más realista como: “El amor implica generosidad, pero también reciprocidad. No soy un ONG emocional.”
🎥 Hablar: compartir sin exigir
Estas películas solo se proyectan en nuestra mente a menos que decidamos compartirlas. Una de las claves para desactivar nuestras películas mentales es sacarlas al exterior: hablarlas, nombrarlas, compartirlas con nuestra pareja. No para que el otro las cumpla, sino para construir puentes de comprensión.
Porque si no lo hablamos, el otro no puede saberlo. Y si no lo sabe, difícilmente podrá responder. La comunicación efectiva, empática y asertiva es uno de los mejores antídotos contra esas películas de suspense que nos montamos.
Eso sí: compartir no es exigir. No se trata de pedirle al otro que se transforme para encajar en nuestras expectativas, sino de mostrar lo que necesitamos y abrir un espacio de negociación realista y respetuosa.
Recuerda: Tu pareja no tiene por qué satisfacer todas tus necesidades. Y tú no tienes que encajar en las expectativas del otro para sentirte valiosx.
Cuando eso se entiende, la relación deja de ser un escenario de demanda constante para convertirse en un espacio compartido de crecimiento.
🎥 Aterrizar: algunas propuestas prácticas
Te dejo algunas propuestas para trabajar con tus expectativas en la relación de pareja:
- Empieza por identificar aquello que valoras en tu pareja. Puntúalo del 0 al 10. Te ayudará a tener una visión más completa de lo que sí hay y a ponerlo en valor.
- Haz una segunda lista con aquello que estás esperando que el otro haga o diga. ¿Lo has expresado?, ¿es algo razonable?, ¿crees que es tu necesidad o su deber?
- Antes de interpretar, pregunta. Y antes de pedir, pregúntate si nace de una necesidad adulta o de una herida infantil.
- Atrévete a pedir desde el deseo y no desde la exigencia. Recuerda: tu pareja no tiene una bola de cristal.
- Acepta la diferencia. No estás con una versión de ti mismx. Estás con alguien distintx, que puede enseñarte otra manera de amar y de mirar la vida.
- Reconoce que no todas tus necesidades serán cubiertas por la pareja. Cultivar tu autonomía también forma parte del camino hacia un vínculo maduro.
“Es sorprendente la cantidad de tiempo que pasamos angustiándonos por cosas que solo han sucedido en nuestra cabeza.”
¿Y con las pelis que se montan los demás?
Una relación no es solo la suma de dos personas, sino el encuentro entre sus respectivos guiones de vida. A veces chocan y otras se complementan.
Reconocer que tu pareja también tiene un mapa emocional —una historia, un lenguaje, unas heridas— te ayuda a situarte desde la empatía y no desde la exigencia. Abrirte a una mirada curiosa hacia el guion del otro, potencia el conocimiento que tienes de su mundo interno y también la intimidad.
Aceptar al otro como diferente no implica renunciar a nuestros deseos, sino abrirnos a que el vínculo nos transforme. Que la convivencia y sus inevitables fricciones revele aspectos de nosotrxs que quizá no desplegaríamos en otro contexto relacional. Que la pareja se convierta en un espacio donde crecer, no en un lugar donde ser encajadxs.
“No deseo venderte mi mapa emocional, ni hacer mío el tuyo.
Te propongo explorar juntos un nuevo camino.”
🎬 Para acabar…
Desmontar nuestras películas internas no es renunciar a la ilusión, sino elegir la conexión por encima de la ficción. Dejar de esperar que el otro cumpla un ideal prefabricado para abrirnos al encuentro real
La relación de pareja es uno de los escenarios más potentes para crecer, sanar y reescribir las historias heredadas. Que tus expectativas en la relación de pareja se conviertan en aliadas del amor, no en directoras tiránicas de tu vida emocional.
”Yo vengo de un silencio y de un país de palabras, de un estado con límites y fronteras, zonas minadas, pantanos, ríos y puentes.
Vengo cargado de un equipaje formado por costumbres, rutinas y rituales. Mis lugares están pintados con colores de alegría y dolor, desconfianza y seguridades, esperanzas y miedos. Llego con un tramo de mi camino recorrido con otros compañeros que no son tú, con otros viajeros con quienes he aprendido, reñido, reído, llorado y amado.
Vengo a ti con una historia familiar y una cuenta abierta de deberes, obligaciones, responsabilidades y elecciones. Llego cargado de tópicos, de marcos de referencia, afectos y desafectos; vengo a ti con mis miedos, mis seguridades, mis deseos, mis sueños y mis ilusiones que han nacido antes de mi encuentro contigo. Traigo señales de heridas recibidas, territorios emocionales prohibidos y muchos parajes interiores por explorar. Vengo a ti con vida vivida y un futuro posible.
Me encuentro contigo, que también llevas a cuestas silencios y afectos, una nación distinta a la mía de la cual nada conozco, excepto una zona pequeña que vislumbro y me atrae. Somos dos cartografías emocionales de las que poco sabemos. No deseo venderte la mía, no quiero comprar ni hacer mía la tuya. Te propongo explorar juntos un nuevo camino”
-M. Conangla y J. Soler-
»1ª parte del artículo: Las películas que nos montamos en la pareja -Vol.1-
» Si deseas profundizar en tus relaciones de pareja, explorar tu historia personal o trabajar con experiencias pasadas que siguen impactando en tu presente, no dudes en contactarme. Estaré encantada de acompañarte en un proceso de terapia individual, de pareja o terapia EMDR.